
La historia de la localidad de Tigre que cumple 90 años
Nació como estancia, tiene un castillo impresionante de estilo francés, y su estación de tren.
La localidad El Talar, del partido de Tigre, festejó su 90° aniversario con una celebración en la plaza central de la ciudad (Pasteur 1159), organizada por el Municipio.
La disfrutaron cientos de vecinos y participaron el intendente, Julio Zamora y la secretaria de Desarrollo Social y Políticas de Inclusión, Gisela Zamora. “Le agradezco a las instituciones de El Talar que participaron de la celebración, es una alegría poder dialogar con los vecinos que han visto crecer la ciudad. En estos momentos, se está llevando adelante una obra que comenzó el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y tiene que ver con la Ruta 197. Por otro lado, un sueño especial que es el teatro, donde estamos en la última etapa de la obra”, señaló el jefe de la comuna.
La actividad comenzó en horas de la tarde, con un desfile de instituciones representativas de la localidad; la entrega de distinciones a miembros del barrio por su aporte; como así también shows de música de artistas locales en vivo. Además, se proyectó un video donde el Municipio reflejó las flamantes obras de infraestructura que realiza en la ciudad.
Su historia
La historia de El Talar de Pacheco está intrínsecamente ligada a la figura del General Ángel Pacheco y a la evolución de su estancia, que dio origen al pueblo. Inicialmente, las tierras fueron adquiridas por Pacheco en 1837 y se conocieron como “El Talar” debido a los montes de tala que existían allí. Con el tiempo, la estancia se convirtió en un importante establecimiento rural, y la gente comenzó a referirse a ella como “El Talar de Pacheco”.
Con el tiempo, el ferrocarril cruzó la estancia y hasta se inauguró un aeródromo.
En 1949, Loteos de la empresa Legarreta, Tomas, Serra y Cía. S.R.L. dan origen a la localidad de El Tala.
En 1882, José Felipe Pacheco Reynoso, hijo del General Pacheco, construyó el castillo utilizando piezas importadas desde Francia.
El castillo se convirtió en un símbolo de la estancia y un punto de encuentro para la aristocracia argentina.