Frida, Violeta y yo: el restaurante de Martínez para sanar el cuerpo y el alma
Una cocina basada en las recetas de las abuelas, que vuelve a las fuentes y a utilizar lo que da la tierra. En donde los clientes son amigos y los platos, una compañía. Hay que pasar y ver.
Cuando Sol Echevarría Freixas se hartó de administrar restaurantes reconocidos, se subió literalmente a su moto para “rutear”. Pero una cantina antigua abandonada, en el corazón de Martínez y a dos cuadras del inicio de su travesía, la detuvo.
En ese bodegón centenario, hace 10 años, nació Frida, Violeta y Yo, un indescifrable y abarcador proyecto que es a un tiempo restaurante-cooperativa-taller de arte y música-consultorio nutricional- red de amigos…, todo entretejido por los sabores y saberes de Sol y de Pato, la cocinera, y de un grupo de mujeres que la acompañan en esta iniciativa.
“El restaurante es una fachada para un montón de cosas que suceden y que vamos tejiendo”, intenta definir Sol, hija de médico pediatra, socióloga y nieta del fundador del célebre Anis 8 Hermanos.
Las “cosas que suceden” son este restaurante de comida rica y sana, basada en productos orgánicos, sin casi utilización de aceite. Fieles representantes de esta cocina son los piqueos, el arepero, los wraps de pasta ahumada de berenjenas y compota de cebollas con hongos y queso azul, y la hamburguesa crocante estilo Tex-Mex, “que no los vas a comer en otro lugar”, asevera Sol.
Frida también es un delivery de comida en viandas saludables (se venden dos mil tartas por semana) para celíacos o personas en tratamiento por cáncer, o con depresión.
Y es un espacio en el que lo cultural y cooperativo es fundamental, ecléctico, con sus obras de arte exhibidas, sus peñas sottovoce, su barra de tragos por las noches.
El nombre Frida, Violeta y yo amalgama la actividad tan vibrante del lugar: Frida (Khalo, quién otra) es arte, es pasión y ostentación, es rebeldía; Violeta (Parra, quién otra), más hippie, familiar, y el “yo” es una invitación a formar parte de este proyecto colectivo desde el vamos, desde que uno lo pronuncia.
Probamos (y nos encantaron):
-Risotto de hongos y arroz yamaní;
-Tapeo de la Arepería (apto celíacos y vegetariano): patacones y compota de cebolla; hongos y queso azul; bombas de yuca rellenas con queso; empanadilla colombiana de queso; papas picantes; mandioca al horno; totopos; pico de gallo; palta; huevos revueltos; frijolitos; salsa de quesos y arepas rellenas;
-Wrap de baba ganoush y espinacas con papas y coleslaw;
-Limonada de sauco;
-Jugo de remolacha y naranja
Por su pasión, por el conjunto de mujeres empujando este sueño, por su comida rica, sana, que vuelve a los orígenes, por su eclecticismo, por el nombre del local y su decoración gánica y colorida, por Sol, que quiere iluminar desde su cantina el barrio, el país, el mundo…, elegimos a Frida como un lugar al que ir y en el que estar.