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Florido: el restaurante y pastelería de Victoria que abrió y fue un boom

Se instaló en diciembre en una zona joven de San Fernando, en el límite con San Isidro. Con una calidad de cocina no muy común en Zona Norte, la chef Angie González Calderón armó esta propuesta arriesgada. Y ganadora.

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El sol de este mediodía de febrero está impiadoso y pica sobre el asfalto del Centro Comercial Buenavista, ubicado a orillas de la calle Uruguay, límite entre San Fernando y San Isidro.

Quizá por el contraste o porque la ambientación así lo hace sentir, entrar en el restaurante y pastelería Florido es sumergirse en una frescura luminosa, con sus muebles de madera clara, sus ventanales amplios, sus sillones de un blanco impoluto y el azul de sus almohadones.

“El nombre hace referencia a lo alegre, a lo fresco”, nos explica sonriente Angie González Calderón, la chef y cara visible de este restaurante enclavado en una zona joven de Victoria (Dr. René Favaloro 3331) que parece siempre de estreno, rodeado de complejos de departamentos nuevos y de colegios privados.

A mediados de 2021 el Grupo Unido, propietarios y creadores de restaurantes reconocidos, le propuso a esta jovencita cocinera egresada del IAG (discípula de la enorme Beatriz Chomnalez) y con 15 años de experiencia en catering para eventos, le ofreció, decíamos, un sueño: armar de cero un restaurante. Es decir, idear su carta, su estilo, su propuesta general.

“Tenían un proyecto de hacer algo en San Isidro o Victoria, para gente joven”, recuerda. La propuesta sería fresca, saludable, vanguardista, usando productos de estación. “Soy una cocinera inquieta con alma de búsqueda constante, de querer crecer, de ir por el lado vanguardista pero también rescatar lo que me gusta comer a mí y a los que me rodean”, define.

El sueño era grande y no cabía en un solo local, así que Florido ocupó dos.

De un lado, la panadería, pastelería y cafetería, con un exhibidor magnético pleno de chocotorta, cheescake con frutos rojos, key lime pie, marquise, tarta de frutillas, rogel, carrot cake, budines. “Que sea una situación de ir a un mercadito y hacer un take away de una señora pastelería francesa (la viennoiserie es tremebunda, con sus medialunas, croissants, pain au chocolat), o cookies o quesitas”.

En toda esa oferta hay muchísimas opciones para veganos, vegetarianos o celíacos. Esa mirada inclusiva en la oferta de Florido, continúa con el menú del restaurante, que se ubica en la otra mitad del espacio y que es sorprendentemente (para Zona Norte al menos) amplio y exigente.

Conviven entradas como queso halloumi (con un chutney de tomates delicioso), el tartar de salmón sobre una ensalada de palta y mango más langostinos y salsa ponzu (se siente de otro planeta), con clásicos como la mediterránea de burrata con jamón crudo o los langostinos apanados.

Todo tiene el toque de Angie que como Midas mejora lo que pasa por sus manos. El menú infantil muestra un respeto y un amor por los niños no tan frecuente en las ofertas para ellos. La milanesa es de lomo; el gramajo, hecho con papas pay; los noquis de sémola con queso y crema vienen en una sartén de hierro -como se debe-; y la paleta no es un simple helado, sino una chocotorta en palito.

No es fácil elegir qué disfrutar. Florido es algo así como la fábrica de Willy Wonka para los que amamos comer variado. Hay siete tipos de ensaladas (la de peras y queso azul y la veggie, que probamos, son más que una maravilla). Seis tipos de sándwiches (el “lomito imperdible” es ídem, tapizado de queso ahumado, con pimientos confitados, cebolla caramelizada y rúcula fresca y también lo es el bagel de salmón ahumado con pickle).

Y después, los platos principales, que por elegir algunos nombramos los ribs con salsa barbacoa, el arroz yamaní con pollo dorado, el salmón vuelta y vuelta, los raviolones (caseros) de calabaza, las quiches, la entrañita con salsa criolla…

Hay que llegar como se pueda, como cuestión de principios, de respeto y de sibarita, a los postres. Angie nos sugiere degustar unas delicias que vienen en frasquitos de vidrio: tiramisú, 3 leches y curd de limón con frutos rojos. Nos zambullimos en esa gloria enfrascada, para prometernos volver por la pavlova, el créme brulee de vainilla con sorpresa de dulce de leche, la torta húmeda de chocolate con corazón de dulce de leche, helado y confitura de frutos rojos más un largo etcétera.

Quedará para otra ocasión hablar del brunch poderosímo de Florido o de la apertura a la noche que se vendrá en marzo. Por ahora nos quedamos contemplando el diseño del local, el cuidado de los detalles (los baños son mejores que los de un hotel cinco estrellas), la vajilla Volf preciosísima, los servilleteros de madera especialmente fabricados, las servilletas de papel tan fino, el packaging de la pastelería…, en donde también se ve la mano y la cabeza de Eliana Pagani, gerente general de Florido.

Porque se animó a abrir en diciembre, porque trae a Zona Norte la envidiada calidad de la cocina que encontramos en la Ciudad de Buenos Aires, porque es genial la zona en la que se instaló, porque su cocina es vanguardista y también normalísima y exquisita, declaramos a Florido como un restaurante y pastelería que se debe conocer y volver. Y volver. Y volver.

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