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Las pastas más lindas de Zona Norte que hacen temporada en Punta del Este

Con una estética única y efímera -el menú cambia cada semana-, los cocineros Félix Babini y Lucas Canga crearon Mad Pasta, un laboratorio/ fábrica en Olivos donde producen obras de arte que también son exquisitas.

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Los farfalle son unos moños verdes y en el centro, bordó. Mirados cenitalmente, los tortelli di zucca se parecen a breves bandanas coloridas. Los soles de quesos ahumados se ven como el emoji del sol y los malfati de remolacha no se parecen a nada, redonditos y de color brillante.

Si sus pastas se exhibieran juntas en una sala, algo imposible ya que cada producción dura tan solo una semana, podríamos pensar distraídamente que nos encontramos en una tienda neoyorkina de M&M.

Pero no, estamos en Olivos y en la fábrica/laboratorio de los cocineros Félix Babini, Lucas Canga y Clara Corso se prepara el menú de la semana de Mad Pasta, el delivery que crearon en 2020 y que tiene fanáticos aquí y del otro lado del Río de la Plata, en Punta del Este, adonde acaba de desembarcar.

En una sartén se cocinan en manteca unos alcauciles con ajo para los farfalle de quesos duros y semiduros mientras en la mesa de madera clara se cortan los agnolotti de mollejas, albahaca y limón al tiempo que descansan en una placa los triangoli de boniato asado.

Las fotos coloridas van a aparecer pronto en el Instagram de Mad Pasta y en un par de horas colgará en el ciberespacio el cartel “sold out”. Hecho y vendido casi al mismo tiempo, ya no habrá posibilidad de repetir el menú porque la semana que viene habrá otras creaciones distintas.

“Mad Pasta es mi canal de búsqueda para encontrar el camino a la mejor pasta, que es mi búsqueda personal”, resume Félix, 27 años, pelo disperso, flacura de runner, look de rockstar.

Desde hace tres años este cocinero -que junto con Lucas y Clara comenzó su romance con la pasta en el premiado Alo’s de La Horqueta- viene investigando en el mundo digital y analógico (“mucho mirar nonas de 90 y escribirles a los referentes del mundo”) la quintaesencia de esta comida tradicional italiana.

Si tuviera que elegir las más emblemáticas de estas producciones voluntariamente efímeras, Félix destaca: los agnolotti del plin, rellenos de quesos ahumados con pomodoro y picante de chipotle y pesto de hierbas; los triangolini negros con tinta de calamar rellenos de crema de palta y langostinos con manteca de ajo asado, chile y limón; los cappellacci de hongos (shitake, portobello y champignones) más ricota de oveja y avellanas con crema de hongos y parmesano; los triangoli de remolachas ahumadas al kamado con crema quemada al quebracho colorado; y los tortelli de boniato asado, nueces pecans tostadas y manteca de hierbas.

“La pasta es un acto de amor, de cariño, un regalo del que la hace a quien se va a sentar a disfrutarla, es un arte, tiene sus tiempos, hay que respetarla, no tomarla a la ligera. Tiene tanto esfuerzo y dedicación… por eso es un regalo”, define este cocinero inquieto y creativo.

En el verano, Félix llevará su búsqueda al restaurante Rizoma, de Punta del Este, Clara continuará experimentando -y acertando- como jefa de cocina en Alo’s, y Lucas innovará en el restó Sacro, de Palermo, donde es chef ejecutivo.

Los fanáticos de un lado y del otro de la General Paz deberán esperar el regreso de los Mad que prometieron, para 2022, la apertura de un restaurante “para dar de comer directamente de nuestras manos”.

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